miércoles, 11 de junio de 2008

Por fin, la primera sesión.

Sí, nos perdimos... empezamos en el lugar equivocado, parecíamos publicidad de entidad bancaria.

Pero como siempre hubo una luz en el camino que nos llevó al salón indicado. Nuestra guía era un rostro conocido, ya había sido mi profe en mi primer curso de pedagogía; eso genera confianza cuando uno es primíparo. Claro, que cuando uno encuentra compañeros de batalla para emprender locuras (ja, un profe estudiando y no por créditos, qué loco!) cree que realmente se pueden hacer cosas bacanas en el cole.

Las expectativas, como siempre muy grandes, uno no se cansa de soñar... tal vez ahora sí encontraré la forma de encarretar a mis muchachos en el fascinante mundo de las matemáticas. ¿Será que ahora sí?